Cuando pensamos en los motores de la economía moderna, usualmente imaginamos conceptos como la innovación tecnológica, el capital humano, o la globalización. Sin embargo, existe un factor menos considerado pero profundamente relevante: el aburrimiento. Según el reconocido economista y psicólogo George Loewenstein, este estado emocional desempeña un papel crucial en la dinámica económica actual y tiene implicancias significativas, especialmente para educadores que buscan comprender el comportamiento de sus estudiantes.

Loewenstein, pionero en el campo de la economía conductual, argumenta que el aburrimiento es un impulso psicológico que nos lleva a buscar experiencias novedosas. Este fenómeno no solo afecta nuestras decisiones individuales, sino que también puede influir en la economía en su conjunto. Por ejemplo:

Innovación: La búsqueda de actividades nuevas para escapar del aburrimiento fomenta la creatividad y el desarrollo de productos y servicios que satisfacen estas necesidades.

Consumo: La necesidad de llenar el vacío emocional impulsa el consumo de bienes y servicios, desde productos de entretenimiento hasta experiencias de viaje.

Para los profesores, este análisis tiene un matiz práctico. El aburrimiento no es un obstáculo que deba eliminarse a toda costa; puede ser un catalizador del aprendizaje y la creatividad. Sin embargo, para aprovecharlo, es necesario comprender sus matices:

Motivación y Aprendizaje: Estudiantes aburridos tienden a desconectarse, pero también pueden buscar formas innovadoras de involucrarse si se les ofrece un estímulo adecuado.

Prevención del Comportamiento Impulsivo: El aburrimiento puede llevar a conductas impulsivas, como el uso desmedido de pantallas o distracciones. Es responsabilidad del profesor guiar esa energía hacia actividades productivas.

Desarrollo de Curiosidad: Crear entornos educativos que promuevan la curiosidad puede canalizar el aburrimiento hacia el aprendizaje significativo.

El aburrimiento no debe verse exclusivamente como un enemigo del aprendizaje, sino como un aliado potencial en la formación de mentes curiosas y creativas. George Loewenstein nos invita a replantear su papel no solo en la economía, sino también en la educación, promoviendo estrategias que transformen este estado en una oportunidad para el desarrollo.

En un mundo donde el consumismo parece ser la respuesta más común al aburrimiento, el desafío de los educadores es monumental: ¿cómo fomentar en los estudiantes una respuesta reflexiva y creativa que beneficie tanto su desarrollo personal como su contribución al futuro económico?

Este enfoque nos recuerda que el aburrimiento, lejos de ser un enemigo, puede ser una fuerza transformadora si se comprende y gestiona adecuadamente.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas